Los payasos dan miedo, es un hecho, una realidad incontestable al nivel de "todos son iguales" o "mírame el pie y chúpame la polla" o algo así, seguramente.
La cuestión es que siendo como son los payasos un icono del terror más visceral, como es posible que sean y sigan siendo al mismo tiempo un icono de la infancia y la diversión.
Uno que ya peina canas en los huevos recuerda aun a los simpáticos "payasos de la tele" los famosos y queridos Fofo, Fofito, Miliki, milikito... entrañables seres todo simpatía y diversión. Pero al mismo tiempo mi niñez esta rondada por los fantasmas del muñeco payaso de Poltergueist o el asesino de IT. Imágenes que quedan grabadas en la retina y en la mente por siempre jamás.
La verdad es que si los payasos de la tele hubieran "nacido" hoy en día los hubieran metido en la cárcel por pervertidos, unos adultos disfrazados ofreciendo caramelos a los niños... y sin pantalones. Al trullo del tirón y sin pensarlo dos veces. Que bendita sociedad la nuestra a la que le ha quitado la inocencia. O mejor dicho, nos han quitado la inocencia. A cambio, eso sí tenemos dos mil millones de leyes, trescientos millones de regulaciones y un trillón de reglas absurdas que nos dicen cómo debemos de vivir, lo que debemos de pensar y lo que está bien o está mal. En otros tiempos te enseñaban a distinguir esas cosas en el cole y en casa, pero se ve que hoy en día es mejor hacerlo a base de leyes y multas para controlarnos y decirnos con quien follar o como haberlo mientras los de “siempre” nos joden, y sin pagar, que digo sin pagar, nos joden y nosotros les pagamos, ponemos la cama y la vaselina.
Y hablando de joder, follar y demás…