El campo de batalla está servido, a un lado Don Carnal, alto, guapo y borracho como una cuba. Al otro, Doña Cuaresma, la estirada señoritinga, todo trapos y sin sonrisa.
Don Carnal se aproxima, sonrisa traviesa, mirada de sinvergüenza. Su Cohorte formada por lo más granado de la sociedad, los sinceros, los atrevidos, la gente sin complejos ni miedos. Aquellos que se aceptan tal y cual son y están dispuestos a exprimir hasta el último segundo de vida que les reste.
Al otro lado, tras la estirada Cuaresma aparece su gente, personajes de mal vivir que al divisarlos hacen que el miedo cale hasta los huesos. Políticos, banqueros, periodistas, curas, una tras otra oleada de sinvergüenzas hipócritas que parece inacabable en su extensión siguen llegando situándose tras su señora.
Doña Cuaresma los supera en número con creces, en dinero y poder, en reputación y en armas... Doña Cuaresma supera a Don Carnal en todos los aspectos, en todos menos en uno... en las ganas de ganar. Pues tras la mirada de cada seguidor de Doña Cuaresma se esconde realmente el ansia de pasarse al bando contrario y disfrutar de la vida con libertad.
La batalla pues da comienzo, y el ejército de Doña Cuaresma se lanza en tromba contra las aparentemente inferiores huestes de Don Carnal, todo caos, ruido y polvo. Por un momento el observador atento no ve nada, después cuando el caos de la primera embestida termina y el polvo se posa la batalla ha terminado.
Las espadas y escudos, los puñetazos y los bocados han perdido la batalla contra el ansia de vivir libremente...
Y el ejército de Don Carnal se está follando - literalmente - al ejército de Doña Cuaresma. La cual, es de justicia admitirlo ha sido de las ultimas de ceder. Resistiendo hasta el último segundo a sabiendas de que la batalla estaba perdida, deseando en lo más profundo de su ser que la batalla se pierda y que por fin Carnal le baje las bragas y se la folle.
Y vosotros amiguitos y amiguitas, ¿os tirareis a Doña Cuaresma y a Don Carnal?
